El feminismo como vía para alcanzar la igualdad de oportunidades
La igualdad de género o igualdad de oportunidades entre hombres
y mujeres, también conocida como igualdad sexual, es la opinión de que todas
las personas, independientemente de su sexo, deben recibir igualdad de
oportunidades y no ser discriminadas en función de su género. Se trata de uno
de los objetivos que persigue la Declaración Universal de los Derechos Humanos
de Naciones Unidas.
Sin embargo, en la actualidad hasta en los países más
desarrollados sigue existiendo una importante brecha en lo que concierte a la
igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres fruto del patriarcado. Es un
fenómeno que se repite en todos los tipos culturales. Las prácticas se
mantienen porque las personas que ostentan cargos de poder son, en su mayoría,
hombres, aunque para ello hayan tenido que quedarse en el camino cientos de mujeres
igualmente preparadas.
Uno de los datos más relevantes de que la desigualdad de
oportunidades entre hombres y mujeres sigue siendo un hecho lo aporta la propia
ONU, que en sus estimaciones establece que el 70% de las personas que viven en
situación de pobreza son mujeres y que la diferencia de salario entre hombres y
mujeres se sitúa entre un 30 y un 40%.
-Diferencias entre sexo y género
A menudo las palabras sexo y género se usan de manera indiscriminada
y se utilizan como sinónimos, cuando es importante delimitar el significado de
ambas.
El concepto sexo hace referencia a las diferencias biológicas
existentes entre hombres y mujeres (caracteres sexuales, carga hormonal, etc.),
mientras que el género es un hecho cultural, una creación cultural que se
produce a través de las características sexuales de cada individuo.
En términos de igualdad, la discriminación no sólo se produce
entre hombres y mujeres como sujetos sexuales sino también en personas con
diferentes entidades y géneros sexuales: gays, lesbianas, transexuales,
homosexuales, asexuales… Desde que una persona nace se le van atribuyendo características,
intereses, roles y actitudes determinadas y diferenciadas a hombres y mujeres.
Estas diferencias van forjando la personalidad de los individuos y sus comportamientos,
en una dinámica que se conoce como roles de género.
¿Qué son los roles de género?
Los roles de género son los comportamientos estereotipados
que se les presuponen a y mujeres únicamente por el hecho de ser hombres y
mujeres. Los roles de género son en parte responsables de la existencia de desigualdad
de oportunidades entre hombres y mujeres.
En el caso de la
brecha salarial, son las mujeres las que cobran menos porque sigue estando
instaurada la creencia de que es la mujer la que se tiene que encargar de las
tareas del hogar mientras el hombre es el principal sustento económico de la
familia. En la mayoría de los casos en las que una pareja heterosexual formada
por hombre y mujer trabajan y tienen un hijo es ella la que abandona totalmente
o en parte su carrera profesional o sus responsabilidades laborales para
afrontar el mayor peso en las tareas del hogar y cuidado de la familia: hijos o
personas mayores.
Los roles de género están presentes en todos los ámbitos de
nuestra vida, desde el lenguaje hasta la publicidad pasando por el deporte, la
educación o los ambientes laborales. Para combatir esta situación es importante
desde las primeras etapas educar a los niños y niñas en la igualdad real y
derribar estos roles de género: centros de enseñanza, familias, actividades
extraescolares y lugares de ocio deben hacer ese esfuerzo para combatir este fenómeno.
El machismo, la expresión práctica del sistema patriarcal
La expresión más clara de la desigualdad entre hombres y
mujeres y del patriarcado es el machismo. El patriarcado es un sistema de
dominación social en el que el poder recae sobre la figura masculina. Más
concretamente debemos hablar de heteropatriarcado, pues el dominio no es
exclusivo a la figura del hombre sino a la figura del hombre heterosexual. El
patriarcado o heteropatriarcado tiene en la familia, heterosexual por supuesto,
uno de los grandes pilares. A diario todos nos enfrentamos a situaciones
machistas y casi sin ser conscientes de ello. A estas formas de machismo
sutiles y silenciosas que potencian el poder del hombre sobre la mujer se les
denomina micromachismos, y son tan peligrosas como cualquier otra forma de
expresión del machismo y el sistema heteropatriarcal.
El modo de enfrentar el machismo y conseguir la igualdad real
entre hombres y mujeres es el feminismo, que a diferencia de lo que mucha gente
cree, no es un término equidistante al de machismo, sino que es una disciplina
que aboga por conseguir la igualdad completa entre hombres y mujeres en todos
los planos posibles y que pretende construir una sociedad en la que se supere
esa dicotomía presente entre hombres y mujeres y que ha sido construida
culturalmente a raíz de las diferencias de sexo.
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